Realidad e iusiones

Para conocer es necesario captar y comprender, pero realmente solo captamos los estímulos que nuestros sentidos nos permiten, no todos los que hay, ya que, para que estos se conviertan en sensaciones es necesario que sobrepasen cierto nivel de energía. Por lo tanto solo vemos ciertas partes de la realidad las cuales relacionamos e interpretamos en forma de "mundo", y por lo tanto no somos capaces de entender que en ese mundo, nuestro mundo, el lugar donde vivimos haya cosa ocultas incluso para nosotros mismos y nos fiamos confiantes de todo lo que nuestros sentidos nos dictan, pero estos nos siempre nos dicen la verdad.
Es sorprendente que existan condiciones comunes a todos los humanos para percibir las cosas y que sin ellas nos cueste más trabajo o  incluso se nos pasen desapercibidas cosas que están ahí tanto si están seguidas de otras, si está en contraste con su fondo, si se parecen a otras como si no lo están, las realidades existen de igual manera pero nosotros no las sentimos de igual manera (por ejemplo, un camaleón es algo real, pero si se mimetiza con su fondo es probable que al igual que sus depredadores nosotros tampoco captemos esa realidad, pero indiscutiblemente, el camaleón sigue siendo una realidad existente). Es aún más impactante que entre los propias humanos captemos cosas diferentes en función de nuestros intereses, valores, necesidades, hábitos... e incluso nuestra ideología. Todos estos factores también condicionan a los sentidos a la hora de permitirles acceder a lo que nos rodea. Un ejemplo de esto son las ilusiones ópticas.
 Las ilusiones ópticas se producen porque cuando se presentan varias formas en una única imagen, nuestro cerebro entra en conflicto. Nuestros sentidos filtran información para, posteriormente, ser procesada y modificada por nuestro cerebro. Nuestras ideas y pensamientos son un reflejo de la realidad del mundo. La ilusiones ópticas cognitivas se producen porque nuestro sentido del tamaño y de la perspectiva también se confunde por el contexto, y es que nuestro cerebro sólo está preparado para relacionar ciertos hechos visuales con conceptos de distancia, profundidad... y otras leyes de percepción citadas antes; por ejemplo, las líneas diagonales nos hacen crear la ilusión de perspectiva porque así es como nuestro cerebro se orienta en el espacio tridimensional.
El cerebro maneja las percepciones de color, forma, movimiento y textura a través de diferentes áreas, y el proceso por el cual combina esta información para generar una interpretación cohesiva, aún no se comprende del todo. Sabemos, sin embargo, que nuestro cerebro no posee la capacidad suficiente para manejar toda la información que perciben nuestros ojos y nuestra mente se encuentra en la necesidad de tomar atajos, de elegir la interpretación que le parezca más lógica. Esa es la razón por la cual nuestros ojos puede engañarnos.
Decía Descartes que nuestro mundo sensible nos engaña, como planteó en su hipótesis del sueño, pues en el momento en el que estamos soñando un sueño parece ser este nuestra única realidad y no hay nada que verifique por tanto que cuando estamos despiertos no estamos soñando. También en el año 350 a.C., Aristóteles, a pesar de ser empirista, percibió que al mirar una cascada y luego enfocar la vista en las rocas estáticas, parecía que éstas se movían en el sentido opuesto a la caída del agua. Hoy en día ya tenemos una explicación a esta ilusión óptica a la que solemos llamar “secuela de movimiento”. Cuando el filósofo se dio cuenta de este fenómeno, afirmó que no podíamos confiar plenamente en nuestros sentidos porque nos traicionan. En el caso de las piedras que Aristóteles veía moverse aunque estaban quietas, la ilusión se produce porque las neuronas se adaptan al movimiento y cuando miramos a las rocas, nuestros ojos intentan adoptar el nuevo enfoque y se genera la ilusión de movimiento opuesto. Nuestro cerebro tiende a llegar rápidamente a conclusiones cuando percibe mucha información por segundo… y a veces se equivoca. Pero él pensaba que debemos aferrarnos a nuestros sentidos al fin y al cabo pues aunque oculten múltiples cosas nos dan indiscutiblemente ciertas pistas para conocer, aunque insuficientes, ya que necesitan complementarse con el pensamiento para cobrar sentido. Pensar, aunque parezca una simple acción tiene un complejo proceso detrás, cuyo motor son los conceptos (que según este filósofo los creamos mediante la operación intelectual de la abstracción), necesitamos entender y razonar, sin los cuales no entenderíamos el mundo, pues sería un lugar desordenado ya que todo estaría cargado de cierta infinitud, cada nuevo ser, una nueva realidad, un nuevo nombre y así continuamente...


Aquí hay algunos ejemplos de ilusiones ópticas


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